jueves, 26 de marzo de 2015

LA PANADERÍA DE MI PUEBLO

Hace poco me comentaron que la provincia de Teruel pertenece a un área española que, junto con otra región finlandesa, conforman dos áreas críticas de la Unión Europea con mayor riesgo de despoblación. Según dice  los estudiosos, son zonas con una densidad menor a 7 habitantes por kilómetro cuadrado. Aunque hay lugares en Teruel que no llegamos ni al habitante. Es algo preocupante, sí.

Pero no lo es tanto como ver cerrar la panadería de tu pueblo. Vivir esa clausura te deja un sentimiento extraño, como de vacío. Es como si arrancaran un órgano vital de un ser vivo. Como si lo condenaran a morir. Es curioso.

El otro día lo comentábamos en un grupo de trabajo. La despoblación no se soluciona trayendo a nuevos vecinos, si no siendo capaz de fijar a los que hay. El peor golpe de efecto que refleja el coma en el que están sumidos nuestras poblaciones es que no son capaces ni de mantener las actividades esenciales. Las que han estado toda la vida. Las que sobrevivieron a guerras y sequías.

Lo patente es que perdemos el poco tejido económico que alimentaba nuestro territorio. La paupérrima tendencia demográfica erradica la demanda de servicios, de forma que retroalimenta la despoblación.

El sector primario, soporte económico de lo rural en otras épocas, cuenta cada vez menos en el conjunto de la economía del país. Las políticas de ayudas al sector se orientan a la supervivencia de las explotaciones vigentes, coartando su rentabilidad y haciendo que sea muy difícil establecer nuevas tipologías económicas que busquen un valor añadido. Por consiguiente, el sector queda totalmente condicionado a la existencia de dichas ayudas, o lo que es lo mismo, el fin de las mismas supondrá el fin de la agricultura.

La solución a este proceso es una incógnita. Todas las políticas de estímulos al desarrollo rural han obtenido el mismo resultado. Las grandes inversiones públicas no han devuelto el resultado esperado. La escasez de infraestructuras y la falta de servicios es un hándicap a la ubicación de actividades.

No obstante, en ocasiones aparece en alguno de nuestros pueblos, alguna iniciativa que funciona. Se trata, generalmente de economías a pequeña escala. A veces relacionadas con algún valor de lugar. Que son capaces de producir y rentabilizar productos arraigados, de calidad. Son estas iniciativas las que resucitan a un pueblo. Las que suponen una demanda de servicios a satisfacer. Públicos o privados. Las que mueven los pequeños tejidos sociales. Quizás ése es el camino para recuperar nuestros pueblos, apoyar a las pequeñas economías de la imaginación. Quién sabe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario