El otro día estuve escuchando atentamente lo que nos proponían las
compañeras María Pazos y Bibiana Medialdea. Es una fortuna contar con gente así
pueda descubrirnos nuevos puntos de vista sobre las relaciones entre personas,
que tengan la valentía de materializar propuestas sobre ellas. Algo que es muy
complicado, lo digo por experiencia. Y es muy interesante la percepción
económica que conlleva el modelo de sociedad patriarcal que seguimos inculcando
en este país. En un estado, donde últimamente cualquier postulado u opinión se
lleva directamente al campo económico, me parece un ejercicio muy interesante
el que han llevado a cabo María y Bibiana.
Las relaciones entre personas son la base de la sociedad.
Pero las condiciones de esas relaciones no se mantienen estancas en el tiempo.
La gente pasa por diferentes estadios de dispensar cuidados a necesitarlos
durante su vida. Y esos cuidados influyen directamente en las relaciones entre
personas. E influyen directamente en las economías de esas personas.
El modelo patriarcal ha educado en los clichés
tradicionales, en los que cada persona tiene un papel preestablecido, de modo
que su vida se ve condicionada desde el momento en que se materializa su género.
Y en el ámbito de los cuidados a los hijos, a los enfermos, a los dependientes
o las personas mayores, la sociedad ha depositado en la mujer la mayor parte de
la responsabilidad.
La crisis económica ha sido el entorno adecuado para que el
papel que debe cumplir la administración pública de dotar de servicios públicos
que asuman o apoyen a la ciudadanía en esos cuidados, dichos servicios sean
recortados o destruidos. Por lo tanto, esos cuidados se han convertido en
privilegios que condicionan la relación entre las personas. La crisis,
fundamentalmente, ha depositado en la mujer el privilegio de cuidar a las
personas más vulnerables de su entorno. Y esto le ha supuesto la pérdida de
independencia económica y social que podía tener por el hecho de pertenecer a
una sociedad que se postula igualitaria.
Es por ello que, para trabajar en la igualdad de género
frente a los cuidados, el papel de las administraciones públicas debe asegurar
que aquellos individuos que afronten el cuidado, no pierdan o hipotequen aquello
que les correspondería si no los afrontaran. Es por ello que, lo público debe
establecer los mecanismos adecuados que apoyen la labor voluntaria de la
sociedad en la asistencia a las personas vulnerables, de forma que no aparezcan
daños colaterales que trasladen a las mujeres a modelos de organización social
que debemos superar. Es por ello que debe potenciar políticas de igualdad para
que los cuidados no estén condicionados por el género, como ocurre con las
bajas de maternidad y paternidad. Es por ello que la ciudadanía en su conjunto
debe reconstruir el estado del bienestar desde modelos de igualdad, que no
aparte ni el capital productivo de las mujeres ni el capital cuidador de los
hombres.
El día 8 de marzo es el día internacional de la mujer trabajadora.
Desgraciadamente, la realidad no acompaña a la celebración. Muchas mujeres han
perdido sus trabajos por una crisis que se ha cebado especialmente con su
género. Muchas mujeres han dejado voluntariamente su trabajo para cuidar a
familiares dependientes que han visto recortadas sus ayudas. Muchas mujeres se
encuentran en situaciones de excedencia para sostener la crianza de un retoño
por no poder hacer frente al coste de guarderías privadas. Muchas mujeres han
sido apartadas de procesos selectivos por su fertilidad. Muchas mujeres han
sido víctimas involuntarias de la situación económica.
Por lo tanto, queda mucho trabajo para lograr la dignidad de género en este páis. Y no sólo hoy, si no los 364 días restantes.