jueves, 19 de marzo de 2015

LA INDEMNIZACIÓN EN DIFERIDO

En mi vida profesional, trabajando en la función pública, me he encontrado en alguna ocasión con unos curiosos expedientes en el marco de la contratación pública. Se trata de unos procesos de intachable legalidad, pero que a los ciudadanos nos cuestan un buen dinero. Se trata de las contrataciones públicas que no llegan a término.

Pongamos que es usted el alcalde de Villagris del Ladrillo. Como muchos alcaldes, usted disfruta de cercanas amistades relacionadas con empresas que licitan con su ayuntamiento. Generalmente, son empresas del ladrillo, aunque también están relacionadas con las concesiones de servicios públicos.

A usted, que le gusta cuidar de sus amistades, sobretodo si existe reprocidad, que ya se sabe que de buen nacido es ser agradecido, pues buscará utilizar su posición para ayudar a esas compañías.

Lógicamente, la primera traba, salvable, es adjudicar un contrato público a su amigo. Fácil, que para eso se han hecho las leyes, y en este caso las trampas. Pero sobre ese tema hablaremos otro día.

Así pues, pensemos que ya lo tiene adjudicado. Usted ha asegurado que la empresa de su amigo tiene trabajo remunerado por todos. Es usted un buen amigo. Pero todo se puede mejorar.

Imaginemos que usted quiere cuidar a esa amistad de forma especial. Siente un especial cariño convenientemente correspondido. Quiere ser el amigo fetén. Pues existe la fórmula: indemnización de contrato público.

Es muy simple, haga que ayuntamiento incumpla su parte del contrato. Retrase pagos, dificulte la obtención de licencias, haga dos o tres modificaciones sobre la marcha, etc. En poco tiempo, la empresa de su amigo podrá solicitar la rescisión unilateral del contrato. Y lo mejor es que tendrá razón. Y la ley exige, en esos casos, que la administración indemnice. Por la inversión que haya podido llevar a cabo la empresa. Por los beneficios esperados. Por los daños y perjuicios ocasionados. Y todo, sin haber llevado a cabo el objeto del contrato. Suena bien ¿verdad?.

Pues esto ocurre con frecuencia. Recordemos una central de almacenaje de gas por la costa levantina. Recordemos las concesiones de las radiales madrileñas. Recordemos la explotación de algún aeropuerto, un tren de alta velocidad extranjero o recientemente la rescisión del contrato de obras de un hospital cercano

El negocio está ahí, sólo hace falta tener voluntad y buenas amistades.

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